Un billón de agujas han llovido del cielo y han tomado por hogar dos almas.
Parece injusto el aterrizaje pues forzoso resulta su actuar.
Es un millone de agujas filosas, tordas y enjutas que se han apoderado de dos corazones.
Cada una de las negras esquirlas es franca.
Cada maliciosa pieza perfora un poco la fé y a veces parece que exprime las lágrimas mas ocultas.
Todas sin duda maltratan y algunas hasta un poco matan el deseo de levantarse y seguir.
A veces hemos dudado, a veces parece imposible, a veces hay la idea de que es mejor quedarse en este solitario bosque, buscar un sitio que ajuste y acomodarse.
El sol desaparece ante una densa falanje de cuervos, todos inmundos, indómitos y dispuestos a comer carne y hasta huesos.
¿En donde esta la tibieza que el sol ofrecía? ¿De donde viene este escalofrío inesperado que consigue albergue en las ideas y las acciones?
Estos cuervos nos sacan ojos sin contemplación alguna.
Estas aves bastardas no dudan para ejecutarnos... ya vendrá el día de liberarnos.
Parece un imposible la libertad de la existencia en un espacio tan rudo y cruel, en una geografía que se ha moldeado tosca y asesina.
Y una espesa bruma que empaña y ciega el corazón se postra en las periferias sin piedad alguna, inoculando el alma de terror, dolor y dudas, apuñalando el deseo y la confianza.
Este helado baño de fermentados vinagres ya se hace insoportable y es cosa de vivir o morir endurecer la piel.
Una parca caricia seca lágrimas del rostro en primaveras negras y moribundas que entrañan a la luz y es la noche solitaria que se ha tejido como vida ¿o sera la vida que se ha tejido como noche solitaria?
Malditos los cuervos, malditas sus agujas, maldita la niebla que a sus andanzas oculta, malditas sus hipócritas caricias que arañan el rostro, maldita la soledad del refugio que duele en su protección.
Maldita la geografía que nos rodea, pero sobre todo: maldita es la vida que estamos llevando.
Sin embargo en la mas tupida y oscura de las selvas, es siempre costumbre natural el otorgar una oportunidad de vez en cuando.
Siempre esta ese pequeño nicho de luz, que parece insignificante ante tanta podredumbre y oscuridad.
Es siempre riesgoso, es cierto, pues esta en el medio de la nada, pero bajo este punto de luz se puede plantar una semilla de fé.
Y así aunque timorata crece una plantita que irradia una luz insignificante y pobre. Es una luz que es una vela en la frialdad y la crudeza de la materia negra.
Es una luz tenue pero ante tanta noche se divisa desde cualquier punto de la existencia.
Y esta plantita luminosa crece un poquito cada segundo y ya deseamos que rompa este cristal injusto y vacío.
Y ya la fé hace lo suyo, pues tenemos fé en la fé.
Y una sonrisa tuya riega mi planta y una atención mía riega la tuya y el futuro se dibuja de sonrisas y luces.
Se estructura de esperanzas y bellas visiones.
Y trasciende a la duda de alucinaciones y engaños.
Y se traza de tus dedos y se pinta de mis manos.
Y aunque es solo un bosquejo, esta esperanza crece y aflora en brotecitos de cariño.
Y ya quiero que seas tu mi fruto y ya quieres que sea yo el tuyo.
Y ya la fé hace lo suyo, pues tenemos fé en la fé.
Y un mudo gemido se atora entre palabras, se atora y es ingenuo quejido que se ahoga en el temor.
Y es que vernos parece piromanía, pues al fuego al que se le teme, es al fuego que se le quiere abrazar, mas si resulta del fuego luz, hay disposición a un incendio desaforado.
Y el vinagre que insiste arropar al corazón a través de nuestras mentes, se ve repelido por intercambio de miradas que lo clarifican todo, pues esa falanje de cuervos no es mas que un puñado de nubes que el viento llevará a otros parajes.
Y yo acaricio tu rostro con gusto y tu con timidez acaricias el mío.
Y así se suaviza la piel y las dolorosas espinas se rinden en su taladrante tarea que al caer al piso son solo experiencias del pasado que se archivarán en recuerdos que ya no torturan.
El sol debore a la bruma y entibie el entorno y que crezcan nuestras plantitas juntas como enredaderas. que se abrazan amantes una de la otra y florescan sin temor con exuberantes y orgullosas flores de amor.
Pues este no es un asuntos de bruma, cuervos y agujas, sino de semillas de fé que acaben con ese quejido atascado y saquen de nosotros lágrimas placenteras, para liberar nuestras voces de este dolor y así esgrimir un "te quiero" y mas aun, un "te quiero sin temor".
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